Los Sistemas Binarios de Interacción: una Explicación Distinta de los Conflictos Interpersonales y Sociales

(Adaptado de: Interacción Personal y Relaciones Humanas, Teoría y Praxis, Pauchard-Hafemann, H.)

 

INTERACCIÓN SOCIAL

La interacción social se constituye fundamentalmente por dos tipos de fenómenos: la interacción de roles y la interacción binaria. Aunque ambas son hechos que se presentan en la relación que se da normalmente entre las personas, se diferencian fundamentalmente porque en la interacción de roles las personas actúan con pautas de conductas que están instituidas por la sociedad, en tanto que en la interacción binaria sólo rige la voluntad de la persona.

 

INTERACCIÓN BINARIA

Si analizamos el fenómeno que se describe corrientemente con el nombre de relación (relación de pareja, relación de amistad, etc.), encontraremos siempre que está constituido por una cantidad de interacciones, con secuencias claramente definidas.

En una interacción distinguimos un sujeto y el otro y consiste en la acción que un sujeto efectúa sobre otro. El primero es el que la ejecuta y el segundo es quién recibe los efectos de ella. En efecto, no es otra la intención del sujeto al efectuarla sino esa, aunque en ocasiones no tenga los resultados esperados

El bien y el mal están relacionados con una extraordinaria variedad de situaciones. En relación con ello los humanos manejamos normalmente conceptos tan abstractos como los de felicidad y desdicha. La búsqueda de la felicidad es así una de alcanzar un bienestar y agrados relativamente estables. En la misma forma, el huir de la desdicha es precisamente el alejarnos del dolor y del sufrimiento.

Desde muy temprano, cada uno de nosotros ha descubierto que su propia acción puede hacer bien o mal a otros seres humanos y que la de aquellos nos acarrea igualmente los mismos resultados. Es decir, nuestra felicidad y nuestra desgracia dependen en gran medida de otras personas. Y más precisamente, de las interacciones. Así, junto con los primeros balbuceos de nuestra razón descubrimos como afectar a los otros, conocimiento que perfeccionaremos rápidamente y que usamos a voluntad a través de la vida.

Además, gracias al simbolismo podemos desarrollar acciones que equivalen a cuidar o a destruir y las efectuamos con los simples objetivos de hacer bien o mal a los otros. Es decir, accionamos para que ellos tengan sentimientos o sensaciones de bienestar variado o de malestar y, eventualmente, con posibilidades de alcanzar sufrimiento intenso.

Cada cual está en condiciones de constatar en hechos corrientes la afirmación anterior, recordando lo que otros le han hecho de positivo o negativo, o lo que él mismo ha hecho en forma similar. Asimismo, se encontrará con acciones muy disímiles e incluso paradojales puesto que para hacer bien podemos hacer sufrir a la persona (como sucede en tratamientos dolorosos que protegen la vida de la persona) y por el contrario, buscando hacer, mal algún humano se ingeniará para provocar un buen momento al enemigo con consecuencias funestas para éste.

Las interacciones binarias considerando que hacen el bien o el mal a otros, podemos clasificarlas en dos tipos, que denominaremos respectivamente interacciones positivas (IP) e interacciones negativas (IN). Consideraremos interacciones positivas a todas aquellas que logran (o tienden a lograr) bienestar, agrado y las distintas situaciones que se consideran que hacen la felicidad de los otros, es decir, estados positivos. E interacciones negativas, a aquellas destinadas a ocasionar dolor, sufrimientos y toda suerte de desgracias en los otros. Aunque, de acuerdo a lo tratado al analizar las interacciones, éstas presentan una complejidad que es indispensable tomar en consideración con miras a comprender su dinámica y accionar en forma efectivamente operacional en torno a su problemática.

En el caso de las interacciones positivas encontramos dos variedades: las interacciones positivas propiamente tales (IP) y las interacciones positivas falsas (IPF). Se diferencian las primeras de las segundas, porque en ellas hay intención en el el sujeto de tener resultados positivos. En las IPF el resultado positivo es producto de factores de azar y ajeno a la voluntad de el sujeto. Lo mismo vale para las interacciones negativas, en que nos encontramos con las interacciones negativas propiamente dichas (IN) y las interacciones negativas falsas (INF). Sabemos que las interacciones con intención pueden dar origen a las interacciones frustras y a las interacciones parcialmente frustras. Esto a nivel de interacciones positivas nos da las interacciones positivas frustras (IPFr) y las interacciones positivas parcialmente frustras (IPPFr). En el caso de las interacciones negativas nos encontramos con las interacciones negativas frustras (INFr) y las interacciones negativas parcialmente frustras (INPFr).

Antes de proseguir en este examen, es necesario clarificarnos respecto a qué es lo que nos provoca los estados positivos y qué, los estados negativos. Porque sería erróneo suponer que es pura y simplemente una acción (en este caso, interacción) la causante del efecto. En realidad, el efecto es resultante de una situación. La que como tal integra muchos elementos, siendo uno de ellos la interacción misma. Porque en un contexto distinto constataremos que la misma interacción tiene efectos diferentes. Es así como distintos estados orgánicos predisponen a cada cual a estados positivos o negativos. Tal es el tener sed o hambre y recibir bebida o alimento, según el caso. Es evidente que en esta condición habrá muchas posibilidades de lograr estados positivos. Muy por el contrario, en el individuo ahito el tener que seguir comiendo se puede convertir en un tormento, es decir en un estado negativo. Lo mismo sucede en quien no tiene sed y es obligado a beber. Recordemos que, efectivamente, existió un tormento en que se hacía tomar agua en cantidades al individuo.

 

SISTEMAS BINARIOS DE INTERACCIÓN

Si examinamos las interacciones binarias (la "relación") constatamos que ellas se desarrollan como sistemas. Porque en ellos se producen procesos interrelacionados, en que destacan en primer término las reacciones de todos y cada uno de los participantes del sistema a las acciones de los otros. Es decir, en forma directa o indirecta cada cual interactúa conforme a como ha sido afectado por los otros.

La dinámica de estos sistemas se clarifica al analizar los procesos de interacción con algún detalle. Para el efecto, examinaremos en primer término la dinámica de los sistemas binarios de interacción simples.

 

SISTEMAS BINARIOS DE INTERACCIÓN SIMPLES

Al observar una interacción simple entre dos personas (A y B), encontraremos que en un primer momento A acciona sobre B, y en un segundo momento B acciona sobre A, en un tercer momento A acciona sobre B, y en un cuarto momento B acciona sobre A. Y así sucesivamente. Ello puede prolongarse indefinidamente, aunque sucede que ocurren interacciones que se interrumpen en el primer momento, otras alcanzan al segundo, etc.. La descripción tipo que acabamos de realizar es susceptible de representarse en la siguiente forma:

M1 A -------> B

M2 A <------- B

M3 A -------> B

M4 A <------- B

(sin olvidar que los momentos pueden tender a infinitos en cantidad o ser solamente uno...)

A y B son sujetos en cada una de las situaciones correspondientes a cada momento y alternativamente en las otras pasan a ser el otro.

Como todo el mundo lo sabe por propia experiencia, estas interacciones están condicionadas, en cada instante de su desarrollo, por las interacciones que se sucedieron con anterioridad porque en una u otra forma cada una incide en la interacción siguiente. En todo caso, al interactuar con otro, cada cual sabe lo que ha sucedido entre ellos anteriormente. Y supone que a el otro le sucede algo similar. Asimismo, al proceder considera las consecuencias de esta acción tanto en el momento como en el futuro, la forma en que afectará a el otro y sus posibles resultados en la relación entre ambos. De todo lo cual se puede inferir, por lo tanto, que estas interacciones son consideradas por las personas como procesos y no como fenómenos aislados. De ahí que esto sea un hecho muy importante, desde el punto de vista operacional, debido a que esta peculiar representación de una interacción aislada, sumergida en un contexto más amplio, lleva a a que la actuación respectiva tenga características derivadas básicamente de este fenómeno. Por lo tanto, nuestra actuación se desenvuelve en base a algo muy diferente de lo que sería estar enfrentando solamente el presente inmediato. Porque, por otra parte, el saber de secuencias de interacción en el pasado, nos lleva en forma natural a extrapolar hechos hacia el futuro, al igual que lo hacemos en el mundo físico. En consecuencia, nuestra acción será dirigida por hechos que suponemos sucederán más adelante.

En atención a que estas interacciones están íntimamente relacionadas unas con otras, condicionadas tanto por la inmediatamente anterior como por todas las que la precedieron, denominamos a este fenómeno encadenamiento de interacciones. El análisis de estos encadenamientos nos permite distinguir dos tipos: los encadenamientos de interacciones positivos y los encadenamientos de interacciones negativos. Ellos corresponden naturalmente a la división de las interacciones en positivas y negativas, examinadas anteriormente. Los seres humanos tendemos a responder en forma similar en cada una de estas interacciones binarias. Así, si alguien nos hace sentir bien, nuestra disposición normal es responder de manera tal que éste también se sienta bien. Lo equivalente sucede si se trata de interacciones negativas. "El que a hierro mata, a hierro muere" y "palabras traen palabras" son proverbios que nos muestran la captación popular del fenómeno en cuestión.

Estos encadenamientos positivos y negativos no sólo son una abstracción que hace el estudioso de los fenómenos sociales. Es algo que, en el hecho, efectúa continuamente cualquier persona en sus relaciones humanas. Y por así decirlo, se presentan en forma paralela coexistiendo aparte y simultáneamente en el proceso cognitivo de cada cual. Cada quién sabe con claridad que acciones son positivas y cuales negativas, integrándolas según sus características. Una acción positiva se relaciona automáticamente con todas las interacciones positivas que el otro ha recibido de el sujeto. Y, mutatis mutandi, lo mismo sucede con las interacciones negativas. Todos nosotros podemos recordar como un particular hecho positivo o negativo nos trajo a la memoria los otros similares provocados por una determinada persona o grupo de personas. Lo que, como sabemos, es producto de la capacidad de relacionar de nuestro proceso cognitivo.

Estos planteamientos se constatan con la simple observación de cualquier tipo de relación entre humanos, aunque a veces se requiere de un tiempo prolongado que dé posibilidades para el desarrollo del proceso que nos ocupa. Sólo es posible contradecir lo anterior si no se cumple con un adecuado lapso de observación. Entre muchos ejemplos posibles, examinemos lo que sucede en una situación en que estos fenómenos se suceden de manera característica como lo es la relación matrimonial. Allí nos encontramos con que cada uno de de los cónyuges está reaccionando en un momento dado, ya sea en forma cariñosa o en forma desagradable, sabiendo perfectamente en cual de los encadenamientos está integrada su acción de ese instante. Es lo que ocurre con ocasión de regalos en que se produce una cantidad de respuestas positivas. En cambio, las acciones desagradables tienen respuestas tanto o más perturbadoras. Y en cualquier matrimonio estos ambientes se suceden y por ello se habla de "tiempos de paz y tiempos de guerra". De acuerdo a lo que planteamos, saltan de un encadenamiento a otro en la medida en que ocurren las circunstancias y según cada cual se sienta bien o mal tratado. La nueva interacción se liga a las similares que hayan ocurrido anteriormente, sin mayor consideración al tiempo transcurrido, ni a las acciones de tipo diferente que estén intercaladas en el tiempo. Es por eso que, después de una larga bonanza, una pequeña interacción negativa puede despertar una tormenta, debido a que el afectado recuerda inmediatamente todas las interacciones semejantes de tiempos pasados. Su resultado son las tan frecuentes recriminaciones por hechos anteriores a raíz de un maltrato actual, el que puede ser perfectamente, total y objetivamente, ajeno a ellos. En todo caso, más adelante constataremos que alguna influencia tienen entre sí estos distintos encadenamientos de interacción.

Recalquemos que los encadenamientos de interacción se presentan "puros", por así decirlo, en determinados espacios de tiempo. Cuando están presentes las interacciones positivas no aparecen las interacciones negativas. Si lo hacen, es posible que den origen a un encadenamiento de interacción negativo o que vuelvan a aparecer en forma esporádica. Todo depende de los distintos factores variables que estén incidiendo en el sujeto y el otro en esos momentos. Algo equivalente sucede cuando está presente el encadenamiento de interacción negativo, aunque en este caso pareciera ser que la interacción positiva que lo interrumpa requiere el tener un alto valor (en la evaluación que de ella haga el otro). Todos sabemos que en una relación en que se han provocado profundos resentimientos (lo que implica encadenamientos de interacción negativos de gran dimensión) no varía mayormente en razón de esporádicas expresiones positivas. Sólo cambiará de concretarse interacciones positivas importantes (que equivalgan en alguna forma a las interacciones negativas que han sucedido con anterioridad). Influye en ello el grado de maltrato que el otro considere haber recibido y la evaluación que asimismo haga de la interacción positiva de que se trate. El tiempo transcurrido desde la última interacción negativa también influye. En efecto, un determinado gesto amistoso despertará respuestas igualmente simpáticas o relativamente frías dependiendo de si está lejos o cerca algún agravio de menor o mayor monto realizado por la misma persona en cuestión. En suma, las interacciones se presentan con una clara continuidad, de manera tal que se dan por períodos de tiempo sólo IP o sólo IN. Por así decirlo, no se entremezclan. Esto es, a una IP normalmente sigue una IP, y a las IN igualmente las suceden IN. Esto es, en la relación entre personas en determinados períodos de tiempo, o hay un encadenamiento de interacción positivo, o un encadenamiento de interacción negativo. En suma, considerando la importancia que tienen las relaciones interpersonales para los seres humanos, podemos afirmar que los encadenamientos de interacción positivos y negativos son el equivalente de la felicidad o desdicha de cada cual.

El que las interacciones se continúen con un solo signo positivo o negativo deriva de variados factores que no consideraremos por el momento.

Tanto los encadenamientos positivos como los negativos tienden a evolucionar en forma especial debido a que el ser humano (en condiciones normales) frente a las interacciones, positivas o negativas, reacciona no en forma estrictamente equivalente, sino que más o menos aumentada (mayor dimensión o frecuencia del tipo de interacción que corresponda). Este fenómeno está descrito por el refrán que dice: "Quien siembra vientos cosecha tempestades". Y la observación de las relaciones amorosas y de amistad nos muestra el mismo fenómeno, está vez en los encadenamientos positivos. éste es igualmente común de observar en los niños, además de transparente. Un ejemplo, más o menos típico, es aquel en que, durante el almuerzo, Pedrito mira a Juanito con un gesto especial, al que responde Juanito "sacándole la lengua" a Pedrito. Luego nos encontramos con que Pedrito hace una bolita de miga de pan y se la tira a Juanito, quien responde lanzándole un pedazo de pan al plato de sopa de Pedrito. La respuesta de este último es darle un puntapié por debajo de la mesa. Entonces Juanito le da un puñete a Pedrito, al que este responde con más brío... .

Es posible entonces, describir los encadenamientos de interacciones como procesos de desarrollo en espiral debido a la progresión y frecuencia aumentadas que presentan las interacciones con el paso del tiempo. Debido a la infinidad de factores que intervienen en cualquier interacción, estos espirales tienen un proceso evolutivo variable, no sólo es posible que se amplíen, ya sea en interacciones negativas o interacciones positivas. También sucede que se estacionan (circulo vicioso) o disminuyen o reducen su amplitud. Y así, cuando en la guerra tenemos una espiral negativa en desarrollo, la paz que llegue en un momento dado nos permitirá dibujar una espiral en reducción. Encontramos un fenómeno equivalente en la interacción positiva si examinamos el caso de enamorados, que luego de un desarrollo fulminante de la espiral positiva, generan un desarrollo inverso de ésta a raíz de un desacuerdo o decepción.

Hemos planteado que los encadenamientos positivos y negativos son interdependientes e interrelacionados, lo que lleva a que los espirales correspondientes tienen un desarrollo inverso. Porque efectivamente, cuando por distintas circunstancias el proceso de interacción negativa es acompañado por un proceso de interacción positivo, automáticamente tienden a decrecer las acciones negativas. Y, por el contrario, disminuyen las interacciones respectivas en el encadenamiento positivo si han tomado mayor dimensión las interacciones en la espiral negativa. Un ejemplo común del fenómeno en cuestión se encuentra normalmente en las relaciones matrimoniales que, como todo el mundo lo sabe, se presenta con épocas tempestuosas y períodos de bonanza.

En todo caso, conviene recordar que en la realidad si un encadenamiento está activo, el otro queda latente. Con la aparición de desacuerdos y los consiguientes sentimientos negativos, nos encontramos que aumentan las interacciones negativas y se reducen las positivas. Porque es bien conocido el que los cónyuges molestos restringen sus expresiones afectuosas (aunque cumplan formalmente con ellas).

 

SISTEMA BINARIO SIMPLE CON INTERMEDIARIO

Sucede con frecuencia que en los sistemas binarios simples, uno de los participantes recurra a una tercera persona, en una acción instrumental, de manera que el otro es afectado por esta tercera persona, aunque ella no está propiamente interactuando con aquel. Simplemente ella cumple con órdenes, sugerencias y otros con el fin de alcanzar determinados efectos que el sujeto desea. A éstas las denominamos interacciones con intermediario.

Un ejemplo que fue característico en años pasados y que es posible que todavía subsista en determinados sectores de nuestra sociedad, era el que la madre furiosa por maldades hechas por alguno de sus retoños (o varios), hacía aplicar el correctivo al marido cuando éste llegaba de vuelta del trabajo en la tarde. Muy frecuente en la actualidad es el que las esposas desagradadas con sus maridos se las ingenien para que hijos o hijas le provoquen dificultades a éste (porque este procedimiento se presta mucho para quienes se sienten sin recursos adecuados para la acción directa). Es así que, además de las interacciones directas a través del intermediario, ocurren interacciones ocultas utilizando el mismo procedimiento. Y en fin, muchas sorpresas agradables en distintas circunstancias, son interacciones binarias positivas a través de intermediarios.

De manera equivalente, las interacciones negativas se desarrollan con cierta frecuencia, especialmente en circunstancias que resultan difíciles o riesgosas para el sujeto, a través de intermediarios. Obviamente, el asesinato por encargo corresponde a esta variedad de interacciones.

 

SISTEMAS BINARIOS COMPUESTOS

En los sistemas binarios compuestos participan tres o más personas. Sin embargo, en ellos se producen prácticamente los mismos fenómenos que encontramos en los sistemas simples. Constatamos allí una cierta división entre las personas, de forma tal que se presentan agrupadas en dos conjuntos (A y B). Y las acciones que desarrollan los miembros entre ellos son tales, que las del conjunto A afectan a las del conjunto B, y viceversa. Naturalmente estas acciones corresponden a interacciones positivas o negativas, que son dirigidas indistintamente a cualesquiera de los componentes de un conjunto por cualesquiera de los componentes el otro conjunto, con resultados equivalentes a los ya descritos para las interacciones binarias simples. Porque, si los miembros del conjunto A son afectados, cualesquiera de ellos o todos, reaccionan con la correspondiente interacción (positiva o negativa), siempre del mismo tipo de las recibidas, intentando afectar a cualesquiera de los miembros del conjunto B (generalmente a aquel que dé mayores posibilidades y con quien al sujeto en cuestión le resulte más fácil la interacción respectiva). El proceso equivalente sucede con los miembros del conjunto B. Obviamente estos conjuntos en ocasiones corresponden efectivamente a grupos. Por lo demás, todos los conflictos y luchas entre grupos corresponden a sistemas binarios de interacción compuestos.

Ello deriva de las características del proceso cognitivo humano. Porque en el caso de ser más de dos los que interactúan, para uno o varios de los que participan (conjunto A), otros aparecen ligados en alguna forma entre sí (conjunto B). Esto es, aparte de sentirse ligados entre sí, se saben en oposición o diferencia de los "otros". La interacción en estos casos, aunque puede ser personal en sentido estricto, además se da en tanto en cuanto el afectado está ligado a otros, según lo hemos descrito. En suma, todos los que interactúan captan el conjunto total dividido en una especie de polaridad o dualidad, quedando unos a un lado y otros al otro.

Un ejemplo de común ocurrencia en el seno de una familia nos permitirá una mayor claridad al respecto. En efecto, sucede con frecuencia que uno de los hijos o hijas pasa a ser el preferido de uno de los progenitores (A). Por lo mismo, estos constituyen para el otro progenitor (B) una cierta unidad, de manera tal que si desea expresar algún desagrado, puede hacerlo indistintamente sobre cualquiera de los componentes de esta unidad (A y B). La consecuencia de ello es que estos últimos reaccionan frente al anterior de manera similar, aunque en su expresión externa no sea captado claramente, en especial si uno de ellos está en condiciones de debilidad notoria y por temor suprime agresiones abiertas (quedando la alternativa de interacciones ocultas). De esta manera, A (que puede ser la madre) reaccionará como si ella hubiese sido hostilizada, aunque el maltrato lo recibió C (la hija por ejemplo). Esto es, en una interacción negativa tenemos de un lado a B y del otro a A y C.

En todo caso, en los sistemas binarios compuestos se producen interacciones binarias simples. Lo que en el caso anterior debiera ocurrir por lo menos entre A y C. Es decir, muchos sistemas binarios simples están integradas a sistemas binarios compuestos.